Domar la mente no es nada fácil pero es lo más importante que debemos aprender a hacer para poder disfrutar de una vida más feliz y saludable.
Para ello se necesita motivación, paciencia y constancia.
La mente siempre está activa
Constantemente está con ideas, pensamientos y recuerdos, saltando de unos a otros sin descanso, siempre inquieta.
Está acostumbrada a distraerse con todo y engancharse a cualquier cosa que le llame la atención, ya sea un objeto, un sonido, una opinión…. es como una abeja de flor en flor, nunca está mucho tiempo quieta en ningún sitio. Siempre está buscando todo fuera de nosotros. Funcionando de esta forma perdemos demasiada energía y eso hace que nos sintamos estresados, cansados, agotados y nuestras defensas bajan y terminamos por enfermar. La mente nunca se detiene.
El cuerpo y las palabras siempre siguen a la mente y por lo tanto, de su estado dependen nuestras acciones, palabras y decisiones, tanto las buenas como las malas. Si se tiene una mente tranquila, calmada, compasiva… las palabras, movimientos, gestos, decisiones… serán más tranquilas y acertadas.
Si en cambio la mente es inquieta, airada, rabiosa, se pierde atrapada por las turbulencias de las emociones y las palabras podrán causar daño, las acciones y decisiones podrán ser equivocadas, el cuerpo mostrará movimientos y gestos nerviosos y bruscos.
El estado de la mente siempre repercute en el estado emocional y físico. Por eso es tan importante poder domarla y tenerla tranquila y consciente en el presente, funcionando en nuestro beneficio y no al contrario.
La energía interior
Es como un viento que circula por un canal central (la columna) y este canal es como el tronco de un árbol con ramas, las ramas de las conciencias sensoriales, ramas por las que la energía se va si no sabemos controlar la mente.
Cuando vamos hacia nuestro interior, cuando nos miramos por dentro, cuando las conciencias sensoriales se relajan o desconectan, nos podemos recargar y si no estamos nerviosos, no nos enfadamos y estamos en calma, mantendremos nuestra energía sin fugas.
La filosofía budista explica muy bien cómo funciona la mente y de qué forma podemos adiestrarla. Todos poseemos una mente sin domar o mente burda y una mente sutil, compasiva y llena de sabiduría.
El problema es que esta mente sutil está tapada por capas y capas de mente egoísta, llena de deseos, de temores… y eso hace que no seamos conscientes de esa mente sutil. Por eso adiestrar la mente burda es permitir que pueda florecer la sutil.
La mente burda solo piensa en el yo y en el yo quiero, y siempre quiere todo y más, nunca está satisfecha por mucho tiempo, es como una nube gris, negra, de ira, enfado, preocupación, miedo, inseguridad… la mente burda solo piensa en sí misma.
La mente sutil piensa en el beneficio de todos, en que todos buscamos y necesitamos lo mismo, yo busco paz y sé que tu también buscas paz, yo busco felicidad y sé que tú también. La mente sutil es una mente compasiva y de sabiduría.
ADIESTRA TU MENTE
¿Y cómo podemos adiestrar a la mente para que poco a poco la mente burda disminuya y permita que la mente sutil empiece a brillar? A través de la meditación.
La meditación te da energía, permite a la mente recuperarse tras horas de trabajo, de estrés, de cambios emocionales. Es como un chaleco antibalas, si meditas aunque te disparen una bala cargada de crítica, de odio, de enfado… no te hace daño.
Pero para meditar es muy importante tener una buena motivación que nos haga mantener una constancia diaria. Sin motivación no podemos crear el hábito y por lo tanto no veremos beneficio y así terminamos pensando que no sirve para nada.
Una motivación puede ser tu familia, tu salud o la salud emocional de tu familia, de pareja… Debes encontrar un motivo importante para ti, para que puedas adquirir la costumbre de hacerlo todos días. Si tú estás en paz, tu familia también estará mejor.
Busca todos los días un momento para meditar, al menos 10 minutos, hazlo durante uno o dos meses y observa qué cambios ocurren en ti. Se convertirá en una práctica diaria que ya no querrás perder.
Si nunca has meditado te aconsejo que leas mi anterior post, INTRODUCCIÓN A LA MEDITACIÓN, te ayudará.
Agradecimientos a Almasu Awen por su versión de esta parábola. Podéis ver más dibujos de él en: